Comentario
Cada una de las etapas en las que se subdivide el Paleolítico está compuesta por un número variable de industrias o complejos industriales que son las verdaderas unidades sobre las que se efectúan las reconstrucciones culturales. Estas industrias son asociaciones recurrentes de instrumentos que tienen un significado espacial y cronológico lo suficientemente definido como para poder identificarlos con grandes tradiciones culturales. El estudio del utillaje de las poblaciones paleolíticas tiene por tanto un valor especial, puesto que la tecnología es en definitiva el sistema a través del cual el hombre se relaciona con el medio y frecuentemente estos artefactos son los únicos testimonios que atestiguan sus pasadas actividades.
Los materiales que el hombre paleolítico utilizó para manufacturar sus herramientas de piedra son relativamente variados y pertenecen a un conjunto de rocas y minerales que presentan ciertas propiedades ventajosas: son duros, tenaces, relativamente frágiles y presentan fractura concoidea. Normalmente se trata de variedades silíceas (sílex o pedernal, calcedonias, jaspes, cuarzo, cuarcita, basalto, obsidiana...) que resultan muy abundantes en todas las regiones del planeta, sobre todo bajo la forma de cantos rodados en los aluviones de los ríos, pero en zonas donde estas rocas no eran accesibles se talló incluso la caliza.
Una vez obtenidos los nódulos de materias primas, eran trabajados posteriormente mediante talla por percusión directa, por percusión indirecta (con un cincel) o por presión, obteniéndose de este modo una serie de productos de talla (lascas u hojas, según sus dimensiones) que podían utilizarse en bruto, gracias a sus filos cortantes, o bien podían ser transformados, mediante retoques en los bordes, en instrumentos más elaborados. El nódulo así explotado se denomina núcleo y se caracteriza a nivel morfológico por los negativos de las extracciones que ha sufrido. A la estrategia que los artesanos prehistóricos siguieron en la talla de los núcleos se la denomina cadena tecnológica y es uno de los criterios que tiene mayor contenido cultural dentro del estudio del Paleolítico, puesto que se trata de una serie de pautas que necesitan ser aprendidas mediante una enseñanza especializada.
La transformación de estos elementos tecnológicos en utensilios de morfologías distintas proporciona otro criterio de diferenciación cultural. Estas variedades formales (tipos líticos) se estudian a nivel descriptivo mediante Tipologías, que son las que permiten comparar las frecuencias con las que aparece cada instrumento en las diferentes industrias. Un aspecto más complejo es determinar la función de cada tipo, ya que muchos de ellos, sobre todo en las fases más arcaicas del Paleolítico, servían para varios propósitos a la vez. Sólo en el Paleolítico Superior parece existir una progresiva especialización en las tareas a las que se destina cada útil, lo que lleva aparejada una amplia diversificación en su tipología.